A través del tiempo han existido diferentes propuestas utópicas. Bien sea por la inconformidad con el sistema político en que se vive, o por una genuina preocupación acerca de la llamada Justicia Social.
La primera propuesta utópica fue la República de Platón. En la que para intentar llegar a la justicia social se eliminaba la propiedad privada, y se utilizaba la capacidad intelectual de cada ciudadano para situarle en la clase social en la que mejor se adaptaba. También se eliminará la institución familiar, y será el estado, quien a través de la educación, llegue a conocer cuál debe ser el lugar social de cada individuo.
Luego en La Ciudad de Dios, San Agustín intenta armonizar las ideas platónicas y el cristianismo. De ahí que su propuesta política sea un sistema teocrático basado en los elementos fundamentales del cristianismo. Así San Agustín honra a su religión, al mismo tiempo que busca la justicia.
Tiempo después, Tomas Moro en su novela: De óptimo rei publicae statu deque nova insula Utopia (Del estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía) crea el paradigma que hasta el día de hoy se conoce como: UTOPIA.
En esta obra se critica la sociedad de la época y se propone una sociedad organizada y orientada hacia la esperanza de la justicia, la equidad y finalmente la felicidad. Otro ejemplo de utopía sería: La Ciudad del Sol de Campanella.
A principios del siglo XIX, algunos autores intentan crear una sociedad más justa que la surgida tras la Revolución Industrial. Friedrich Engels lo califica como Socialismo Utópico para diferenciarlo del Socialismo Científico (el Marxismo). Autores como Robert Owen, Henri de Saint-Simón o Charles Fourier intentan crear granjas cooperativas autosuficientes (por ejemplo los falansterios), donde no existe la explotación ni el trabajo penoso.
Cabe destacar que en la mayoría de los casos, la característica común de las utopías, es que todas coartan las libertades del individuo a favor del “común”. De esta forma se pretende que emparejando a todos los individuos se puede llegar a una sociedad “Justa”.
En La República de Platón, encontramos que se prohíbe enseñar acerca de los poetas, y se propone que los niños deben ser un bien común, En Utopía, no se permite entrar o salir de la isla sin permiso, y todos los ciudadanos deben comer juntos, en comedores comunes.
En las utopías, la sociedad es perfecta. Pero el hombre es un infeliz sacrificado, que lo deja todo por el común. ¿Podría alguna sociedad vivir así, donde el estado se encargue de cubrir todas las necesidades, y el individuo solo trabaje y cante oraciones luego de las cenas?, ¿Qué puede impulsar a un individuo a trabajar y a producir sin un estimulo material?.¿Que ganaría el individuo?. ¿Cómo podría mantenerse esa sociedad?.
A simple vista, la idea de una Utopía seduce, llama la atención y en ocasiones hasta se llega a querer ser parte de ella. Su perfección mecánica, creadora de felicidad, se convierte en un anhelo.
Algunas propuestas utópicas se han llevado a cabo, como es el caso de las reducciones al sur de América, conducidas por los Jesuitas en el siglo XVII. Y actualmente existe la discusión, de si hoy en día, hay alguna en vigencia o en decadencia.
La utopía propuesta por Moro, por Campanella o por Marx; es una idea, que pretendía un modelo de sociedad mejor, que sirviese de base para los movimientos sociales. Pero la idea Utópica de hoy es distinta.
Marcusse, en su libro: El final de la Utopía, plantea lo siguiente:
“Me interesa preguntar cómo es posible armonizar el mantenimiento de esas orientaciones, o sea, de la idea de la sociedad sin clases y sin dominio, con el desarrollo real de la tecnología, discrepante del previsto por Marx.”
Si Marcusse, viviera hoy, quizá habría obtenido una respuesta: Por medio de la Tecnología.
La sociedad actual, en lugar de imaginar una meta para el futuro lo que hace es plantear un mundo alternativo, una evasión, una vía de escape del mundo actual.
Esta evasión y este escape, lo obtiene la sociedad en los adelantos tecnológicos actuales. El cine y la televisión plantean un mundo paralelo, creador de universos inimaginables y maravillosos, que ubican al hombre fuera de su realidad.
Pero la nueva Utopía, es definitivamente Internet. Como sacado de la misma mente de Platón, para muchos, el topus urano es internet. Hoy en día es posible “Vivir” en internet, una segunda vida, casi tan real como la actual, en una ciudad, con posesiones, con personalidad, en un programa llamado Second Life.
Este programa recrea literalmente la vida de cualquier persona y la mejora, permitiéndole elegir desde el aspecto físico, hasta los detalles más insignificantes que pueden existir en la vida de cualquier persona.
Un nuevo espacio donde es posible crear nuevos entornos que superaran las miserias de la vida "real". Una nueva oportunidad. Un nuevo mundo. Una segunda vida. Para muchos, Second Life es una nueva encarnación de la tierra prometida, no cabe duda de que, potencialmente, estamos ante una de las materializaciones más sorprendentes que se hayan realizado y puesto en práctica jamás del modelo ideal de una Utopía.
En un artículo para la editorial Alfaomega, Escuotto Javier, investigador de nuevas tecnologías de la Universidad Complutense de Madrid escribió:
“¿Quién no ha fantaseado más de una vez con llevar otra vida? ¿Quién no ha imaginado una evasión de su vida cotidiana y en disfrutar de una segunda oportunidad? ¿Quién no ha soñado en tener un nuevo comienzo, para hacer las cosas de otra manera? Esta premisa, tan sencilla y común, es uno de los argumentos más potentes y sugerentes de Second Life, uno de los grandes protagonistas de la Internet contemporánea y una de las joyas de la corona de la llamada web 2.0. Sin embargo, ¿hasta qué punto es posible vivir una segunda vida en Internet? ¿Cuánto hay de cierto y cuánto de márketing en una promesa como ésa? ¿En qué medida podemos considerar que la navegación y la interacción en un entorno gráfico sintético en tres dimensiones y compartido simultáneamente por miles de personas, es algo a lo que podríamos llamar vida?”
Análogo a Second Life, en las llamadas “Redes Sociales”, se puede mantener una vida paralela como granjero. El juego Farm Town, permite diseñar granjas, sembrar, cosechar y vender productos.
La aplicación está diseñada, para crea interacción ente todos los habitantes de esa comunidad. Lo maravilloso de Farm town (Ciudad granja) es que es un trabajo de equipo, los vecinos mantienen entre si las granjas limpias y con la humedad necesaria para los cultivos, y se ayudan para ganar más dinero y experiencia. En sitios como: PokerStars.net, con más de 30 millones de miembros, el jugador va adquiriendo prestigio, que le permite subir de rango y participar en partidas y campeonatos en escenarios virtuales alrededor del mundo.
La virtualización de la vida por medio de internet, es cada vez mayor. La llamada “Sociedad de la Información”, está permitiendo vivir una Utopía a millones de personas a lo largo y ancho del planeta. No solamente una ciudad, sino un mundo, mucho más complejo del que Utópico alguno soñó jamás. Ciudades sin nacionalidad, sin religión y sin estado. Pero a diferencia de las Utopías tradicionales es el individuo quien decide como vivir esa “Segunda Vida”.
Sería interesante preguntar a Platón, a Moro, a Marx, o a Engels: Como se podría llamar a una sociedad que funcione bajo las premisas con las que funciona internet, que tipo de organización política podría surgir de allí. Tal vez: Internaquía, Internetocrácia, o Socialismo internetocrático.
Abel García Benito
PD: Ya los políticos se han dando cuenta del potencial de internet, en algunos países ya le han echado mano, para cortar su potencial y hacer de la nueva Utopía, lo que debe ser una Utopía: Solo un sueño.
