La fe popular, ha eclipsado de alguna manera, la brillante vida laica del Dr. José Gregorio Hernández. Muy pocos saben que el Dr. Hernández hablaba alemán, inglés, francés, italiano, portugués, y dominaba muy bien el latín. Era músico, filósofo y tenia conocimientos de teología.
José Gregorio Hernández, nació en Isnotú, Edo. Trujillo, Venezuela, el 26 de octubre de 1864 y estudió medicina en la Universidad Central de Venezuela, destacándose de tal manera, que el propio Presidente de Venezuela de ese entonces, lo envió a la Universidad de París (1890 y 1892), donde cursa estudios en las especialidades de microscopía, histología normal, patología y fisiología experimental. No conforme con todos los conocimientos que tenía se empeña en viajar a Berlín a estudiar histología y anatomía patológica y seguir un nuevo curso de bacteriología.
Fue él quien Introdujo el microscopio en la investigación médica venezolana. Así mismo se le reconoce como un gran fisiólogo y biólogo. Tiempo después, sus investigaciones darán pie a la creación del actual Instituto de Medicina Experimental.
También fue un muy buen escritor. Entre sus obras (Médicas) encontramos: Elementos de Bacteriología, donde trabaja los tópicos de: bacteriología, los microbios, microbios vegetales, animales. Etc.
En su obra (Literaria de Investigación) Elementos de Filosofía (1912), expone la visión personal que tenía sobre el mundo y sobre las relaciones que vinculaban a los hombres entre ellos y con el Ser Supremo. También de su producción literaria encontramos las obras: En un vagón, en el que argumenta sobre el libre albedrío; Los Maitines, donde hace referencia a la Cartuja, y Visión de arte, una graciosa fantasía literaria.
Realizó dos intentos por ingresar a la vida religiosa, pero su salud se lo impidió. Una vez escuché decir que: “Lo que es del cura va para la iglesia”. Y pareciera que el Dr. Hernández, no estaba destinado a “servir a la humanidad” envuelto en hábitos religiosos, sino desde la vida laica, sirviendo como médico:
“El médico de los pobres”.
Pero el Dr. Hernández es más conocido como “El Venerable” título que la iglesia católica otorga a las personas que se encuentran en “Vía de santificación”.
Es posible que el hecho de ser médico y un cristiano comprometido, lo rodeara de una suerte de aureola de santidad. La fe popular, lo imagina curando desde el cielo, con su impecable bata blanca. Siendo un médico-santo, sus poderes de curación son infalibles, pudiendo curar el cuerpo y el alma misma.
José Gregorio Hernández, es venerado en toda Venezuela y parte de Colombia; se han detectado fieles hacia el sur de América, en países como Perú, Bolivia y Argentina, y también en Mexico y Centro América.
Pero si nos preguntamos ¿Cómo hubiera querido ser recordado el Dr. Hernández?, obligatoriamente debemos tomar en cuenta que su vida giró en brindarse a los demás; a los pobres, a los necesitados. Y esto es sin duda, la actitud de un gran humanista. Y es así como debemos recordarlo.
Iznotú 26 de octubre de 1864 - Caracas, 29 de junio de 1919
El mejor altar en que puede estar, es el altar de la conciencia de cada uno de nosotros. Debe ser venerado como un hombre responsable, estudioso y ético. Arquetipo del verdadero cristiano, que da sin esperar recompensa.
Ojalá y algún día, la Iglesia católica se acuerde de los Fieles de José Gregorio Hernández, y suba a los altares a este venezolano ejemplar. Y digo a los fieles, porque a José Gregorio Hernández, no le hace falta que ninguna cúpula o institución reconozca los grandes valores humanos y sobrehumanos que poseía. Porque el Dr. Hernández, seguirá siendo amado profundamente por su pueblo. Y será siempre un venezolano ejemplar, un santo, o simplemente: el Siervo de Dios.