En un anuncio de un diario, leí que requerían a un profesional con “experiencia comprobable”. Entonces recordé una conversación que sostuve con mi hermana; yo no tendría más de 18 años y estaba a punto de tomar un trabajo que no era totalmente de mi agrado. Ella me dijo algo así: “La experiencia es como la cuenta de ahorros de la vida, allí se acumula lo bueno y lo malo que nos pasa, para después utilizar esa vivencia cuando la necesitemos”.
A principio de año, muchos solemos hacer este tipo de reflexiones; inconscientemente inclusive. Algunos echaran un vistazo a su libreta de experiencia y estarán satisfechos, otros no tanto. Pero siempre hacemos un balance y pensamos positivamente acerca de nuestros deseos para el año venidero, que fueron uvas que nos atragantaron la noche vieja.
Pero volviendo al punto, ¿Cómo se comprueba la experiencia?. No puedo evitar imaginarme a alguien con varias maletas a cuestas; repletas de fotos, cassettes, y rollos de películas para comprobar su experiencia.(Debo aclarar aquí a los más jovencitos, que el formato MP3, MP4, MP5 etc., tiene muy poco tiempo, y un individuo como yo nacido a finales de los 60 del siglo XX, tiene la mitad de la vida grabada en formato viejo.)
En mi caso, comienzo el año ordenando ideas, poniendo en marcha algunas actividades pendientes, antes de comenzar otra vez con el ritmo despiadado (¿Dónde escuché esta frase?) que exige el día a día.
Tengo ganas de llamar para ir a esa entrevista, pero tan solo de pensar en toda la experiencia que tengo que embalar para ir a mostrársela a esta gente me da flojera. Mejor acumulo un poco más de experiencia, y tal vez se me note que tengo mucha y no tenga que andar mostrándola por allí.
Foto cortesía de: https://www.grandespymes.com.ar/