Hoy en día es muy común observar como en casi todos lados, se ofrecen activos espirituales intangibles (Tal como los llamó el presidente de la ONU, en la conferencia de cultura de paz, 63° período de sesiones 13-11-2008) como: La felicidad, el amor y sobre todo el éxito. Como si estos pudieran ser embotellados o empaquetados al vacío para luego venderlos a través de una línea telefónica y solo por tiempo limitado.
La promesa de belleza instantánea y de felicidad embotellada abunda en todos los medios de comunicación. En la radio, una voz te describe la inmensa “felicidad”, que obtendrás automáticamente, al manejar una camioneta o un vehículo determinado; Como tu niño será “feliz” cuando le des el alimento que ellos recomiendan.
En la televisión, el cine, las revistas, vallas y folletos, un ejército de imágenes de gente “perfecta” te hace sentir extraño, anormal y perdedor; debido a que no tienes lo que el mercado te ofrece, lo que ellos representan. Según este mensaje, el éxito está condicionado a lo que puedes comprar. El éxito es un premio que obtienes luego de “tener” algún fetiche, que les indique a los demás que “tu estas a la moda”. Que eres parte del “ÉXITO”
Contrariamente a esta visión, el éxito no es un premio. Un premio se gana en un concurso, es obsequiado, siempre se depende de otros para obtenerlo, pues premiarse a sí mismo es solo un acto de vanidad y en muchos casos, llega inesperadamente, pues se ha trabajado “sin esperar recompensas”.
El Éxito, es el resultado del esfuerzo sostenido, del trabajo juicioso y no solo de las ganas o la buena intención. En cualquier disciplina humana el éxito (como su significado en latín lo indica: Exitus: salida, termino, fin) es el culmen de todo un trabajo. Formulas mágicas que aseguran el éxito sin esfuerzo, son solo un vil engaño.
Ser exitoso, es haber trabajado duro, es haber meditado en ese esfuerzo. No puedes comprar el éxito; nadie te lo puede regalar, prestar y tampoco lo puedes robar. Ser exitoso es buscar la recompensa de tu esfuerzo, no aguardar sentado viendo la tele, a que te den un 0-800, donde unos tele-operadores te están esperando, para enviártelo a la comodidad de tu casa