En uno de esos hermosos domingos de mi niñez, fui al encuentro de una de las aventuras que más me gustaba: ir al cine matinée. El cine donde iba, ya era viejo, apenas al entrar se percibía el penetrante olor a humedad, a paredes resumidas por los años y sin mantenimiento.
Compraba mi ticket y enseguida corría hacia el torniquete para subir volando por las escaleras que daban al segundo piso del cine, el mejor lugar en medio de la sala, cotufas, chocolate y la mejor película: “El Santo vs las mujeres Vampiros”. Una mezcla de emoción y angustia me invadía; ¿Cómo saldría el Santo esta vez del embrollo?. Antes, los estrenos, las recomendaciones de películas.
Una triste música, abría la escena para un delicado rostro de mujer que lloraba, para dar paso enseguida a un golpe en una mesa y la presencia de un charro mexicano, que se lamentaba diciendo: “YA NO PUEDO MÁS CON ESTA MALDITA MISERIA” mientras dejaba caer de sus manos unas monedas que rodaban por el suelo.
Me impactó. ¿Qué era la miseria?, la pregunta retumbó en mi mente durante toda la película y hasta hoy.
Fui conociendo la vida y aprendí un concepto de miseria ligado al dinero, a la economía. La miseria fue por mucho tiempo para mí la ausencia absoluta de dinero, que conducía inevitablemente a una especie de muerte en vida, donde la vida se hacía tan miserable que se deseaba que la muerte acabara con el sufrimiento.
Luego aprendí que la miseria es un estado mental, que va mucho más allá que la ausencia de dinero, es una actitud frente la vida, una forma de encarar la realidad. La ausencia de dinero no es más que la señal de que no se está participando efectivamente en el juego económico. Como todo juego, la economía exige unas normas para participar, donde crease o no, la buena actitud es parte fundamental del triunfar.
Así como la miseria, la riqueza es un camino que también se recorre y que depende estrictamente de la voluntad de cada quien. Entonces, ¿porque la miseria y no la riqueza?. Pues como dije antes, estar en la miseria o ser rico no tiene nada que ver con el dinero, es una actitud mental. La carencia de dinero es solo eso, carencia de dinero. Asociar la miseria con la falta de dinero, es lo mismo que asociar la felicidad con tener mucho dinero.
Estar en la miseria, es no saber lo que se quiere, es entregar la vida a la fe y no a la acción, es descansar en la esperanza, en las creencias o en los demás y no fortalecer la voluntad y luchar por lo que se quiere.
Tendemos a refugiarnos en excusas, a veces nos da miedo luchar, pensamos que el éxito no está bajo nuestro control y dejamos al garete nuestro futuro. Si me preguntas entonces, ¿porque está muriendo la gente en Somalia?, ¿acaso son ellos causantes de sus desgracias?, ¿no son ellos pobres inocentes que no tiene control de su destino?. Yo te diría que sí, que si bien los niños no tienen el control de sus vidas, los adultos deben velar por ellos y no arraigarse a una tradición, a un pedazo de tierra, a una creencia, a una falsa esperanza y ver como mueren sus hijos de hambre, envueltos en la peor miseria.
La miseria y la riqueza son estados mentales, tener o no dinero es otra cosa, eso también lo aprendí de una canción mexicana: “con dinero y sin dinero….pero sigo siendo el rey…”.
Como siempre, el Santo derrotó a los malos con astucia, con voluntad, con valentía. Así mismo se derrota la miseria. Eso me quedó de los domingos de mi niñez, una sencilla pero poderosa enseñanza que durante años ha transformado y sigue transformando mi vida… Piénsalo…