De la Mediocridad y la Buena Intención.

Si nos detenemos a pensar cuál es el principio de la mediocridad, debemos necesariamente detenernos en la buena intención. Siempre que se usa el sentimiento antes que la razón, el resultado es el mismo: Mediocridad. Igual cuando respondemos sin pensar, como cuando emprendemos alguna actividad estando consientes que no contamos con los recursos apropiados para ello. Confundir la creatividad o la imaginación con lo burdo, es señal inequívoca de mediocridad.

La buena intención dejo morir a miles de personas en el pasado, por no aceptar que podía existir otra alternativa de curar enfermedades, que no fuera la fe y los ramazos. Así mismo, le debemos los miles ranchos a lo largo de todos los países pobres, donde se alberga la esperanza de miles de familias, que se entregaron a la esperanza y a la buena intención, propia o de alguien que mediocremente les aseguró que la suerte cambiaría, si creían en dios y en un color particular.

No solo se debe querer progresar, es necesario que el fuero interno sea movido por la razón. Los viajes espaciales son posibles porque se desterró la mediocridad de esa actividad, los diferentes tipos de trasplantes humanos, y la construcción de las grandes maravillas de la humanidad son posibles gracias al ingenio y la creatividad movidos por la razón. No se trata de volvernos maquinas de razonar, sin sentimientos. Se trata de operar nuestra vida de forma holística, imaginando y creando maravillas, pero de forma consciente, en un equilibrio razón-sentimiento. Desechando la mediocridad y caminando hacia la excelencia.

En su libro: El hombre mediocre, José Ingenieros describe perfectamente la actitud del mediocre, y nos la presenta muy actual. Este libro fue publicado en Argentina en el año 1913 y se convirtió en influencia importante para la juventud universitaria de esa época y como fuente de inspiración para: La rebelión de las masas, de Ortega y Gasset.

Una interesante referencia se consigue en Wikipedia:

“El hombre mediocre es incapaz de usar su imaginación para concebir ideales que le propongan un futuro por el cual luchar. De ahí que se vuelva sumiso a toda rutina, a los prejuicios, a las domesticidades y así se vuelve parte de un rebaño o colectividad, cuyas acciones o motivos no cuestiona, sino que sigue ciegamente. El mediocre es maleable, ignorante, un ser vegetativo, carente de personalidad, contrario a la perfección, solidario y cómplice de los intereses creados que lo hacen borrego del rebaño social. Vive según las conveniencias y no logra aprender a amar. En su vida acomodaticia se vuelve vil y escéptico, cobarde. Los mediocres no son genios, ni héroes ni santos.”

“Un hombre mediocre no acepta ideas distintas a las que ya ha recibido por tradición, sin darse cuenta de que justamente las creencias son relativas a quien las cree, pudiendo existir hombres con ideas totalmente contrarias al mismo tiempo. A su vez, el hombre mediocre entra en una lucha contra el idealismo por envidia, intenta opacar desesperadamente toda acción noble, porque sabe que su existencia depende de que el idealista nunca sea reconocido y de que no se ponga por encima de sí.”

Este post está dedicado con todo mi amor para mi hija Stefany Daniela; que cumple 15 años éste domingo 28 de marzo. Feliz cumpleaños hija. Te quiero mucho.