Poder hablar ha colocado a la especie humana, en un nivel superior a todas las demás especies de la tierra. Aunque debería decir comunicar, en vez de hablar; pero entraría en una diatriba que consumiría el poco tiempo que tengo para tocar el tema que quiero: La palabra, la comunicación verbal, lo que se dice y como se dice. No se trata del uso correcto del idioma, es decir de las reglas técnicas, de la morfología. Se trata de que se debe saber lo que se dice y el cómo.
Por motivos ajenos a mi voluntad, una noche tuve que buscar un estacionamiento público donde dejar mi carro, y en bello monte no hay muchos que se diga. Al fin conseguí uno dispuesto a recibirme, le pregunte al vigilante: ¿A qué hora abría el estacionamiento por las mañanas?, muy amablemente el vigilante me respondió que él llegaba todos los días a las 5:30 am, y que más tardar a las 6:00 am ya estaban los portones abiertos. Esto me bastó para convencerme de dejar mi carro e irme a mi casa feliz y confiado.
Al día siguiente llegue a las 6:30 am, y los portones estaban cerrados, toque y el sonriente vigilante me atendió muy gustosamente y me comunicó que entrara, que no me quedara allí, era temprano y podía ser peligroso. Agradecí su gesto y le pregunte si ya estaba por abrir, inmediatamente me indicó que a eso de las 7:00 debido a que no había llegado su otro compañero. Esperé tranquilamente viendo como se me escapaban 30 preciosos minutos, que luego se volverían implacablemente en mi contra, en la terrible cola de la autopista. A las 7:00 am en punto, el vigilante cumplió su promesa y abrió los portones de par en par. Prendí mi carro y me acerque a las puertas, a lo que me indico: Señor, tiene que esperar hasta las 8:00 am, que es cuando llega la cajera, porque yo no tengo llave ni le puedo cobrar. Un frio paralizante me recorrió por la espalda. No sabía si gritar o escupir fuego por la boca y derretir al que otrora había tomado como una amable persona.
Mi cara debió expresar de manera tan clara mis sentimientos, que se disculpó en el acto y me dijo que lo sentía mucho, pero yo le había preguntado a qué hora abría el estacionamiento, no ha qué hora llegaba la chica de la taquilla.
Su explicación fue tan elocuente, que mi disgusto desapareció por completo y le di la razón. Volví a estacionar y pensé en la importancia de saber lo que se pregunta, y como se pregunta. Así como lo que se dice y como se dice. Por la palabra somos ovacionados o condenados, sino preguntémosle a Sócrates. Definitivamente la palabra es poderosa.
Dibujo 1: (blablablabla) cortesía de la pagina: http://soyunyuyo.com/2008/05/26/lately/
Dibujo 2: (plop) cortesía de la pagina: http://www.google.com/images?um=1&hl=es&tbs=isch%3A1&sa=1&q=plop+condorito
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